Resignación o aceptación.
La resignación podemos vivirla con tintes de: lucha, desespero, rabia, abatimiento, amargura, derrota, envidia, impotencia… no queda más remedio pero no estamos conformes.
La aceptación sin resignación es otro nivel, mucho más elevado.
La resignación es una decisión mental, por ello perecedera.
La aceptación, la comprensión, es fruto de la evolución de la conciencia, por ello imperecedera.
Los hechos, siendo los mismos, son percibidos y por tanto vividos, de maneras muy diferentes.
Si ya has aceptado, porqué has comprendido, que eres un espíritu inmortal, encarnado con un determinado fin, en un cuerpo/ mente perecederos… la aceptación es algo natural.
Toda consecuencia… la encarnación, proviene de una causa… la decisión de vivirla.
Si nos hemos encarnado con un determinado fin… lógico es que hayamos planeado como lograrlo.
Por ejemplo, si hemos decidido experimentar la grandeza de la empatia y la solidaridad… nos habremos ocupado de planificar una serie de situaciones que nos den la oportunidad de ser empáticos y solidarios.
Sin la posibilidad de elección, a nivel mental, nos sentiríamos meros autómatas. Es en el hecho de escoger en donde radica la diferencia….
De hecho, a nivel mental, creernos con libre albedrío… es solo una mera ilusión. Es la conciencia y no la mente la que elige.
Somos nosotros, pero desde el espíritu, nuestro grado más elevado, quienes decidimos realmente.
El grado de empatia y solidaridad, en cada momento del proceso, será la variable en la experimentación.
Dependerá, en todo momento, del grado de conocimiento recordado.
Como espíritus inmortales poseemos la plena conciencia.
Para poder experimentar algo concreto, primero tenemos que olvidar momentáneamente nuestro conocimiento.
La sabiduría contiene todo el conocimiento, la vivencia de la encarnación es la practica del conocimiento.
Si ya conocemos todos los posibles resultados, la experimentación no tiene ninguna finalidad.
De ello el olvido momentáneo.
Se nos dice que » el hombre» posee libre albedrío.
El hombre está formado por: cuerpo, mente y espíritu.
Los dos primeros perecederos y el último inmortal.
El cuerpo esta siempre dirigido por la mente.
La mente es un símil de un ordenador que funciona con un programa informático.
El espíritu es el programador.
Cuerpo y mente, están supeditados, en última instancia, a las instrucciones del programador.
Es este quien posee el libre albedrío.
Es este quien decide el que y el como… mente y cuerpo lo ejecutan.
Comprender, a nivel mental, que todo lo vivido ha sido planificado con anterioridad, con un determinado fin… es la aceptación.
La mente no recuerda el porqué, pero reconoce que este existe.
Es un libro ya escrito por el espíritu… que la mente va leyendo.
Vivirá, como en todo relato, la ignorancia del final… lo disfrutará o padecerá… deseará un determinado final y se sorprenderá con los giros del guion.
La mente, es el personaje que: puede creerse el actor y autor de la obra… o saberse el personaje que es dirigido por el actor y autor de la obra.
En los dos casos vivirá las mismas experiencias y no sabrá el final.
En el primer caso, padecerá y disfrutara intensamente… desde la inconsciencia.
Se sentirá autor de sus logros y juguete del destino en sus fracasos.
En el segundo, padecerá y disfrutará intensamente… desde la plena conciencia.
Se sentirá autor de sus logros y fracasos…. porqué sin recordar el motivo, sabrá que este existe… porque él, como autor, actor y personaje lo ha escogido así.
Disfrutará de todas las experiencias… las aceptara como parte de la aventura.
Su comprensión, de los hechos vividos, gozará de mucha más profundidad y riqueza.
Resignarse es aceptar estar vencidos.
Aceptar, desde la comprensión, es gozar de la aventura.
Ama, ama y ama… el amor nos eleva la conciencia.
Amate, amate y amate… nadie puede dar ni disfrutar de lo que no tiene… y el amor no es un bien externo.
No puede ser robado, poseído, manipulado, destruido ni impedido… y carece de toda lógica.
El amor controla el ego, que es el que nos nubla el conocimiento.
Quien ama siempre gana.
No hay casualidades… hay causalidades que nos llevan a un determinado desenlace.
Toda causalidad nos guía y aumenta nuestra comprensión.
Lo comprendamos o no, siempre hemos sido, somos y seremos los dueños de nuestro destino.
Te agradeceré comentes mis reflexiones, juntos aprendemos. Muchas gracias por tu atención.
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