56 Dignidad es respeto propio y ajeno

Ago 4, 2024

Dignidad… si, esa palabra que se usa a conveniencia.
Que la hayamos devaluado no le resta su valor. Un billete, por arrugado que este, mantiene su valor integro.

Podemos proclamarnos dignos… incluso ofendernos y castigar a quien ose dudarlo si no se nos cree, porque nosotros… tal es nuestra ignorancia, quizás hasta nos lo creemos.
Un mero postureo si no va refrendado por los propios actos.

La dignidad es «eso» que solo puede defender uno mismo y por propia convicción. Se refrenda con los propios actos, es la manifestación del valor que nos damos.

Podemos renunciar a ella por: interés, por miedo, por puro desespero, por poco carácter, por muy poca autoestima o por ignorar las consecuencias de hacerlo…. porque cuando renunciamos a nuestra dignidad ( viene de origen y es intransferible) dejamos de respetarnos. Nadie nos la puede quitar si nosotros no se la entregas renunciando a ella.
Acto seguido, si lo hacemos, nos montas toda una serie de motivos para justificarnos… excusas de mal pagador que se dice.

Podemos creer que hemos perdido parte o toda nuestra dignidad…  Muchas veces, a lo largo de nuestra vida así nos sentimos. Pero podemos reencontrarla, ella no se ha ido, siempre esta presta a manifestarse… toda entera, sin menoscabos. Solo podemos experimentar, desde la carencia, el valor de lo que nos falta.,, y esto es una lección de vida.

Porque si, todo tiene su precio.
En este caso es el valor que nos damos. Y, como con todo lo que de veras tiene valor… no hay dinero para comprarlo.

El porque otras personas quieren menospreciarnos es su problema… y grave.
Cuando alguien menosprecia, lo que quiere es rebajar a la otra persona… y lo que hace es estar gritando, a los cuatro vientos, su poca valía, enmascarada con: fanfarroneria, prepotencia, injusticia, soberbia… en resumen miedo a ser desenmascarado. Quien se siente bien y en paz consigo mismo no siente ninguna necesidad de sentirse superior a nadie. La necesidad de sentirse superior… es un claro y evidente síntoma de no serlo.

El que consiga o no su objetivo depende de la solidez de nuestros ideales, de nuestra auto estima, de nuestro coraje.

El propio respeto es algo de un valor inmenso. Si nos lo perdemos acabamos sintiéndonos poco mas que desechos.

Hoy hay muchas personas sin casi ninguna dignidad ocupando cargos relevantes… y en todas partes. Se les aclama y se les cree y se creen triunfadores. Son un claro ejemplo de lo enferma que está nuestra sociedad… los unos por aclamarlos y los otros por su comportamiento indigno. Ignorantes aprendiendo la lección de valorarse. Todos pasamos por ello.

La dignidad puede, en última instancia, confrontarnos con  nosotros mismos cuando el precio por mantenerla es alto.
Su valor es tan grande que, a veces, la vida damos por ella. Es aquello de morir de pie o vivir arrodillados.

Algunas veces creemos que la hemos perdido… pero erramos. Si, por amor a terceros implicados, renunciamos conscientemente a ella… este acto nos dignifica. Otra cuestión es, si las terceras personas implicadas lo agradecen y desean que lo hagamos. Quienes nos aman no nos exigen este alto precio… es más se sienten mal y poco respetados, por la decisión tomada en su nombre.

Dignidad es sinónimo de: respeto propio… y ajeno, justicia, solidaridad y generosidad… que no es lo mismo (la solidaridad es ayudar al necesitado, la generosidad es compartir gustosa e innecesariamente nuestros bienes) y es sinónimo de Libertad com mayúsculas. No todos podemos darnos el lujo de ser dignos… hasta que logramos volver a serlo.

Por enemigo que consideres a alguien, si actua con dignidad, le respetas.

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