Esa persona que refleja el espejo no soy yo.
Yo no tengo edad, mi cuerpo y mi mente si… y ya soy consciente de ello.
Cuando me miro en el espejo, lo que veo es el vestido ( cuerpo/mente) que llevo puesto… y su estado de conservación.
Pero no son yo.
No se trata de que me sienta más o menos joven, cansada, ilusionada, triste o feliz… es que el parámetro del tiempo no me afecta en nada, yo soy atemporal.
Me he dado cuenta, siempre lo supe pero no lo recordaba, de que a las personas que amo… soy yo la que las amo.
Mi cuerpo y mente manifiestan lo que siento. Transmiten la información y recopilan la información de lo que sienten quienes me rodean, siempre interpretado desde mi punto de vista… pero no tienen la capacidad de amar, solo de manifestar lo que yo siento.
Todos los sentimientos y emociones son vibraciones a diferentes frecuencias que yo manifiesto… y que mis órganos sensoriales y mi mente captan y transmiten.
Ahora comprendo que el amor, el autentico, es atemporal. No depende de distancias, circunstancias o tiempo. Es el único sentimiento que es permanente, sin condicionantes.
La ira o la ternura, por ejemplo, si son temporales y condicionados.
Amamos más allá de toda lógica.
¡Es fantástico, maravilloso, perfecto, una verdadera gozada!
Cuando aún no tomamos conciencia de ello, creemos que el amor si tiene condicionantes.
Creemos que depende de sentirnos correspondidos o de las circunstancias emocionales.
Nuestra relación físico/ mental con personas a las que amamos, nos puede provocar emociones no gratificantes ( rechazo, indiferencia, maltrato, culpa, celos, tristeza, dependencia…) y esto nos hace sufrir y alejar, si es el caso.
Pero, si amamos de veras, dan igual las circunstancias, el sentimiento permanece.
Sencillamente, el amor no necesita ser correspondido ni estar físicamente presentes para ser vivido.
El amor es libertad.
Es ilimitado, cuanto más amamos, más amor poseemos.
Es inclusivo, no exclusivo, no hay limites de personas a las que amar… ni limites a las manifestaciones de amor.
Somos amor manifestándose en diferentes grados, en todo momento.
Somos amor experimentándose.
Ya tengo unos cuantos años físicos, mi mente acumula mucha experiencia y mi cuerpo manifiesta su desgaste.
No les he tratado muy bien, fruto de mi ignorancia he abusado de su fortaleza y capacidad de regeneración.
Por accidente, enfermedad o simple colapso acabarán parándose… y yo dejare de manifestarme en este plano.
Soy el conductor de un vehículo perecedero.
Me bajare cuando esto ocurra.
Evidentemente todo lo que he experimentado y aprendido me lo llevaré conmigo.
Dejaré atrás los límites de mi vehículo.
Agradecida por todas las experiencias que me ha proporcionado.
Ahora soy consciente de la sensibilidad de mi piel, por ejemplo. Capta los cambios de textura, temperaturas… y las emociones que me rodean… y que yo transmito a través de ella. Incluso el dolor, que evidentemente no me es grato, es una herramienta maravillosa. El dolor es una alarma, un detector de irregularidades físicas o emocionales.
Cada vez soy más sibarita.
Comer puede ser un gran placer. Pero valoro más con quienes comparto mi comida, que la comida en si, por ejemplo.
Primo los sentimientos por encima de las emociones.
Cuanto más aprendo… o recuerdo, más gratificante es mi experiencia vital.
Es como ir subiendo una escalera, a cada peldaño más perspectiva.
A cada peldaño más información acumulada.
A cada peldaño más posibilidades de elección.
A cada peldaño, quienes lo comparten, cambian o permanecen… todos subimos a nuestro ritmo, compartimos el mismo viaje.
No, no tengo edad… y solo soy un poquito consciente de lo que verdaderamente significa que: Yo soy amor manifestándome.
Yo soy pura energía,
Yo soy todo.
La separación y limitación es una ilusión. Los compañeros de viaje son parte de la ilusión. Somos una sola realidad manifestándose en ilimitadas posibilidades… y nuestro nivel de conciencia en esta parte de la manifestación solo alcanza a teorizarlo.
Te agradeceré comentes mis reflexiones, juntos aprendemos.
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