La ley que, a veces, intentamos saltarnos conscientemente… es la sexta.
Es la ley de la causa y el efecto… toda causa provoca un efecto… y todo efecto proviene de una causa.
Pero… algunas veces creemos, que si vamos con cuidado, podemos minimizar los efectos.
Podemos crear una causa física… colocar en un determinado lugar una pieza dañada o de menor calidad… diciéndonos que no se notará… por ejemplo.
Podemos crear una causa mental…que, de hecho, siempre está detrás de una causa física, porque la intención es la que provoca la acción…embaucar, mentir, traicionar la confianza, no actuar como buenas personas… diciéndonos que la vida es una selva, que el pez grande se come al chico… que somos más listos que las víctimas, que hay que aprender a defenderse de indeseables como nosotros, que pondremos distancia por medio y ya no nos podrán exigir responsabilidades… por ejemplo.
Esto anterior, lo pensamos, cuando la causa que generamos no es decidida por una vibración nuestra alta… más bien todo lo contrario. Estamos inducidos por miedo, envidia, rencor, desesperación, egoísmo, ignorancia.
Queremos hacer trampas a la vida… y la vida no admite trampas.
Quizás en un primer momento nos digamos… ves, no pasa nada. Y quizás hasta nos enorgullezcamos de nuestra picardía.
Pero… la causa ha sido lanzada… y tarde o temprano, llegaran las consecuencias… y cuanto más tarde, peor. Más fuerza habrán adquirido.
Un caso claro, y muy común, son las personas mentirosas… muchas veces logran engañar a la víctima.
Pero, en este momento, se pierden el respeto a si mismas… por más que ha nivel consciente se auto feliciten.
Una mentira es como una bola de nieve… lanzada desde lo alto de una montaña… crece, crece y crece hasta que impacta y explosiona.
Una persona mentirosa suele ser reincidente.
Lo primero que hay que entender es, que cuando mentimos… ya nos hemos juzgado y condenado… sabemos que, con la verdad, no alcanzaremos nuestros fines.
Una vez lanzada la mentira tendremos que intentar controlar sus efectos… que no se sepa, que si se sabe no puedan exigirnos responsabilidades, que no se entere nuestro entorno de nuestra villanía… que no se nos señale públicamente…y aun controlando estas causas… el estrés está asegurado. Es un continuo temer que todo explote.
Cuanto más mentimos mas probabilidades hay de que se nos exijan responsabilidades.
Venimos aquí a aprender a amarnos y amar… y la ley de causa y efecto es un muy buen sistema educativo.
Experimentamos, cuando la bola explota, los efectos de nuestras acciones… podemos aprender la lección… o ir repitiendo explosiones… cada vez más traumáticas.
No lo hacemos a posta… sencillamente estamos en un nivel evolutivo elemental.
la vida primero te susurra, después te habla… pasa a gritarte… y acaba sacudiéndote. Muchas veces no aprendemos hasta que la sacudida es muy muy fuerte.
Hay personas que se resisten y se resisten a aprender… entonces la vida, que tiene infinitos recursos… puede enseñarnos la lección a través de personas a las que amamos. Estas personas, a nivel espiritual han venido a ayudarnos a comprender la lección… pero a nivel físico y mental, nosotros lo viviremos como una terrible injusticia… y nos sentiremos completamente impotentes.
La ley de causa y efecto es universal… todo pensamiento, palabra y obra producen una reacción… y muchas veces somos inconscientes de lo que provocamos.
La ley se activa tanto para bien como para mal… una buena acción siempre implica consecuencias positivas… a no ser que la buena acción la hayamos realizado con fines egoístas… la intención es siempre la causa primera.
No solo podemos aprender sufriendo las consecuencias de nuestra ignorancia… podemos aprender de los errores ajenos… mucho menos doloroso, igual de efectivo… pero, por desgracia, poco común.
La ley del karma… no es un castigo.
Si has roto un cristal, por ejemplo… has provocado daños materiales… y quizás te has dañado o dañado a terceros.
Quizás no has sido consciente de todo el daño infligido… imagina que caen cristales en el suelo… y que con el paso del tiempo, alguien, pase por allí y se corte… tienes que aprender todas las consecuencias de tus actos…
Las consecuencias pueden pararse casi al instante… he roto el cristal, me responsabilizo de mis actos y compenso los daños… la acción y reacción han sido neutralizadas.
Pero, si negamos los hechos, nos escondemos… o no somos conscientes de las consecuencias… el efecto se va prolongando en el tiempo… y no se detiene en una reencarnación.
No, la ley del karma no es un castigo.
La ley del karma es una lección, que se imparte en base a la experimentación de la acción.
Muchas gracias por tu atención.