Nuestra vida transcurre entre una inhalación, la primera, que activa y llena de aire nuestros pulmones… y una exhalación, la última, que los apaga.
Soló somos conscientes de que respiramos, bien cuando tenemos dificultades para ello… o cuando decidimos tomar conciencia del hecho.
Se nos dice su importancia, que normalmente respiramos mal y como nos influye la calidad del aire.
Sabemos que nuestro cuerpo aguanta unos días sin ingerir alimento, unos cuantos menos si no lo hidratamos… y que solo logramos retener la ingestión de aire unos pocos minutos, como mucho, para mantenernos vivos.
De donde se deduce el inmenso valor del aire.
Y algo de valor incalculable, lo contaminamos.
Como consecuencia muchos enfermamos.
Lo hacemos por ignorancia y beneficios materiales.
Tanto da que sea por la polución como por la inhalación voluntaria.
La calidad del aire que respiramos, es vital, para la calidad de nuestro estado anímico y físico.
Curioso que ahora que nuestra sociedad está empeñada en alargar nuestra vida y su calidad física y emocional, tanto como se pueda, esto no lo contemplamos como preferente.
El aire lo respiran desde el más poderoso al más desafortunado.
El poderoso tiene la capacidad de limpiar lo irrespirable… y también de obligar a su uso contaminado a quienes no pueden negarse.
Primamos lo material por encima de lo inmaterial.
Como vivimos… por encima de como nos sentimos.
No solo contaminamos el aire para usos económicos irrespetuosos con el medioambiente… también lo inhalamos inoculándole substancias para adormecer la mente.
Provoca, nuestra forma de vida basada en el culto a lo perecedero, muchos problemas emocionales, que nos vemos incapaces de solucionar… y soportar.
Nuestra solución es no ser conscientes… aunque en el fondo si lo somos.
Cuesta un gran esfuerzo acallar completamente la conciencia en todo momento.
Es angustiante solo el pensar no conseguirlo.
Ser consciente significa ser conscientes de nuestros actos, de sus consecuencias y de como nos sentimos. Quienes están empeñados en adormecerla, está claro que no se sienten bien.
Tenemos muchas otras maneras de acallar la mente(nos inyectamos substancias toxicas, las ingerimos cual alimento, utilizamos nuestras terminaciones sensoriales para colapsarla… sexo, ruido, colapso visual, poder)
Todas persiguen el mismo fin… acallar la mente.
El precio es enfermar más o menos rápidamente. Es, anular la lógica para poder sucumbir a los placebos… acallar la mente.
Alargar la vida cuando no nos sentimos bien, acaba significando alargar la agonía. Cuerpo y mente son perecederos… la mala salud o el fin de la existencia, aterroriza a quienes priorizan su cuerpo y mente… precisamente por solo considerarse cuerpo y mente contra toda lógica, se autodestruyen y viven con miedo a su fin.
Pero…
No todo el aire está contaminado ni controlado.
No todos acallamos nuestra mente… aunque podemos haber intentado acallarla. Hemos comprendido , por experiencia y razonamiento, que no sirve para sentirnos bien.
Como todo tiene su precio, disfrutar del aire y de la conciencia despierta,
también.
Nuestra sociedad esta organizada para dificultárnoslo.
Hemos de vencer nuestro miedo al cambio… a las posibles dificultades que implica.
Se trata de ordenar nuestras prioridades vitales, colocando el bienestar del alma en primer lugar.
Abandonar las zonas contaminadas implica: salir de nuestra zona que llamamos de confort, porque es la que conocemos… aunque no nos sintamos bien en ella, » renunciar» a nuestra manera de vivir actual, a hábitos, a comodidades y seguridades que dábamos por necesarias pero no lo son…, aceptar la realidad… que nos muestra los desatinos en los que hemos incurrido y implica vivir conforme a nuestra conciencia.
Cada uno es libre de valorar si le vale la pena y el nivel del cambio.
Todos podemos hacerlo si aceptamos pagar el precio.
Hay una evidencia física que nos pasa casi desapercibida y nos llena de paz, alegria y serenidad.
Es la reacción instintiva de nuestro cuerpo/ mente, al darles lo que realmente necesitan para su bienestar. Crece nuestra fuerza vital y la mente esta más despierta.
Imagina, pongamos un ejemplo bucólico, que llegas a lo alto de una montaña ( o cualquier paisaje hermoso natural) te embelesa, te rodean los sonidos y olores de la naturaleza, el aire es limpio… y …. tus pulmones se ensanchan en todo su potencial instintivamente.
Al exhalar, también instintivamente, expulsas muchas tensiones que no eras consciente retenías.
Te sientes maravillosamente bien y tu cuerpo/ mente lo manifiesta. Te sientes mas liviano y pletórico.
El mismo proceso ocurre cuando anímicamente nos sentimos plenamente satisfechos ante una manifestación de amor… que nosotros emitimos, no si la recibimos. Esta manifestación la asociamos a la ternura, la generosidad y la empatia.
Es la felicidad de ser plenamente conscientes del amor hacia nosotros mismos, nuestra familia, parejas, amigos o de haber actuado generosamente o noblemente… por ejemplo.
La gratitud tiene muchos beneficios, pero no logra esta expansión inconsciente.
Si, nuestro cuerpo/ mente reacciona instintivamente, abriéndose, a lo que reconoce como bueno.
Cuando cuerpo/ mente están tensionados, es una clara evidencia de que no lo es. Perdemos fuerza vital ,nuestra mente se oscurece y nuestro humor se agria.
En el primer caso, la alegria, la generosidad, la paciencia, el respeto… el amor por todo y todos se incrementan instintivamente, celebramos la vida… y lo contrario en el segundo caso.
Expansión y contracción, recibir y dar, inhalación y espiración. La ley del ritmo siempre manifestándose.
Este ritmo es el que genera la energia necesaria para toda manifestación del cuerpo y de la mente.
Cuerpo y mente son maquinas a nuestro servicio, que necesitan energía para funcionar.
Hasta que no lo comprendemos vivimos una efímera ilusión.
Somos los conductores, no los vehículos.
Al apagarse nuestra maquinaria, nuestra conciencia permanece… y con ella todo lo que hemos experimentado, aprendido y sentido.
La energia ni se crea ni se destruye, solo se transforma.
Cuerpo y mente se descomponen y reciclan ( su estabilidad depende del aporte continuo de energia) el alma permanece, porque es energia pura.
Podemos aprender diferentes técnicas respiratorias. Aprovecharemos la energía, la calma y la serenidad que proporcionan.
Pero nunca alcanzaremos el grado de felicidad que proporciona una amplitud pulmonar inconsciente… o más bien dicho supra consciente.
A la vida no le valen las trampas.
Nos da herramientas… pero es la intención primera con las que las usamos, la que marca la diferencia.
Sentir no es pensar o actuar.
El alma siente, la mente proporciona los medios para materializar los sentimientos y el cuerpo ejecuta.
No es lo mismo ser generosos por compasión que por interés.
La compasión es instintiva, el interés es mental.
Nuestra pleno bienestar se materializa cuando la mente y el cuerpo son controlados por la conciencia despierta.
Lo contrario es un vehículo cuyo conductor se ha dormido, despistado o no controla, al volante.
Al tomar conciencia de las consecuencias de sus actos aprende.
El grado de conciencia de cada uno se manifiesta tanto en sus pensamientos como en sus actos.
La Vida es una escuela cuyo método de aprendizaje es la experimentación… por ejemplo, mediante la realidad virtual o la representación de una obra de teatro, para no provocar ni sufrir realmente, daños.
Analiza como respiras, como te sientes, si estas relajado o estresado.
Es un buen baremo del grado de conocimiento adquirido.
Bienestar o malestar, alegria o tristeza, amor u odio, generosidad o avaricia, soledad o plenitud…
Es un sistema binario simple, como el juego del «caliente voy bien, frio voy mal» que nos guia en el camino.
Te agradeceré comentes mis reflexiones, juntos aprendemos.
Muchas gracias por tu atención.