Es típico de la infancia y la adolescencia el querer ser mas mayor de lo que se es.
Todos hemos pasado por esta fase.
Una persona adulta, cuando escucha los lamentos del que se desespera por alcanzar…lo que a su tiempo alcanzara, no puede por menos que sonreír. Recuerda cuando pasó por esta etapa…y ahora, desde la sabiduría de los años, mira con ternura a quien no quiere ser lo que es…porque lo otro le parece mucho mejor y le causa frustración el tiempo de espera..
Es inútil explicarle que si que es cierto que con más años puede hacer mas cosas… pero que estas cosas son igual de importantes y maravillosas que las que están ahora a su alcance. Todos los años son maravillosos y únicos. Es maravilloso vivir las experiencias de todas esas edades… que no volverán.
¿Y los adultos? en cuestión de edades muchos querrían hacer justo la inversa 🙂 pero la Vida no se deja convencer ni por los unos ni por los otros. Los que quieren adelantar o retrasar el reloj… manifiestan ansiedad, poca aceptación. Se pierden el hoy pensando en el pasado que no volverá…y lamentan no haberlo vivido más plena y conscientemente, o el futuro que se les antoja el colmo de la felicidad pero que tarda demasiado en llegar.
Los afortunados que viven el hoy han logrado comprender que el pasado ya lo vivieron y que el futuro es un horizonte inalcanzable. Cuando alcanzamos el horizonte descubrimos que solo era nuestro horizonte…hay otro horizonte más allá. Han comprendido que la única realidad es el presente…y no lo desperdician.
Viven lo que tienen sin desesperarse por lo que fue o pudo ser…y aunque tienen a la vista el futuro, no se angustian por alcanzarlo… Para aprovechar bien el camino ¿qué mejor que saborear cada tramo?