Sin la soledad, el amor no permanecerá mucho tiempo a tu lado.
Porque el amor también necesita reposo, para poder viajar por los cielo y manifestarse de otras formas.
Sin soledad, ninguna planta o animal sobrevive. Ninguna tierra es productiva durante mucho tiempo, ningún niño puede aprender sobre la vida, ningún artista consigue crear, ningún trabajo puede crecer y transformarse.
La soledad no es la ausencia del amor, sino su complemento.
La soledad no es la ausencia de compañía, sino el momento en que nuestra alma tiene la libertad de conversar con nosotros y ayudarnos a decidir sobre nuestras vidas.
Por tanto, benditos sean aquellos que no temen la soledad. Que no se asustan de su propia compañía, que no se desesperan en busca de algo con lo que ocuparse y divertirse…o a lo que juzgar. Porque el que nunca está solo, ya no se conoce a si mismo. Y el que no se conoce a si mismo, pasa a temer el vació.
Pero el vació no existe. Un mundo enorme se esconde en nuestra alma, esperando a que lo descubramos. Está ahí, con su fuerza intacta, pero es tan nuevo y tan poderoso que nos da miedo aceptar su existencia.
Porque el hecho de descubrir quienes somos nos obligará a aceptar que podemos ir mucho más allá de lo que estamos acostumbrados. Y eso nos asusta. mejor no arriesgar tanto, ya que siempre podemos decir-No hice lo que tenia que hacer porque no me dejaron.
Es más cómodo. Es más seguro. Y, al mismo tiempo, es renunciar a la propia vida. Cada día que pase se hundirán aún más en el pozo de sus propios límites, y llegará un momento en el que ya no tendrán fuerzas para escapar de él. Benditos los que dicen-yo no tengo coraje. Porque ésos entienden que la culpa no es de los demás. Y tarde o temprano encontrarán la fe necesaria para afrontar la soledad y sus misterios.
Y, para aquellos que no se dejan asustar por la soledad que revela los misterios, todo tendrá un sabor diferente. En la soledad descubrirán el amor que podría pasar desapercibido. En la soledad entenderán y respetarán el amor que partió. En la soledad sabrán decidir si vale la pena pedirle que regrese, o si deben permitir que ambos sigan un nuevo camino. En la soledad aprenderán que decir -No, no siempre es una falta de generosidad. y, que decir-Si, no siempre es una virtud.
Y aquellos que se sienten oprimidos por la soledad deben recordar: en los momentos más importantes de la vida siempre estaremos solos.
Como el bebé al salir del vientre de la mujer, no importa cuántas personas estén a su alrededor.
Como el artista ante su obra: para que su trabajo sea realmente bueno, tiene que estar callado y escuchar sólo la lengua de los ángeles a través de su corazón.
Igual que nos encontraremos un día ante la muerte, la Dama de la Guadaña: estaremos solos en el más importante y temido momento de nuestra existencia.
Así como el Amor es la condición divina, la soledad es la condición humana. Y ambos conviven sin conflictos para aquellos que entienden el milagro de la vida.
El manuscrito encontrado en Acra- Paulo Cohelo