¿Alguien puede creerse que vivir continuamente indigan@, frustrad@, rabios@ puede reportarle algún beneficio?
A parte del daño que provoca a su organismo físico, pues los niveles de adrenalina, por ejemplo, se disparan… lo que también consigue es ofuscar su mente.
Es en situación difíciles en las que hemos de lograr tener más clara la mente… y resulta que si no sabemos controlar nuestra reacción logramos justo lo contrario. Pasamos a reaccionar de manera visceral… nos olvidamos de nuestra conciencia para actuar sin raciocinio… vemos gigantes enemigos en aspas de molinos de viento.
Claro que hay situaciones con las que no estamos de acuerdo… que claman por ser cambiadas… pero no desde la irracionalidad.
Muchas veces nos ocurre que, después de «haber perdido los papeles» como se dice coloquialmente, y haber reaccionado instintivamente a un estímulo… nos avergonzamos de nuestra actuación o la consideramos francamente mejorable.
Es desde la serenidad donde podemos lograr revertir para bien una situación y con el mínimo de daños posibles. Mas que sentirnos legitimados para castigar y vencer al enemigo… mejor procurar comprender y hacernos comprender desde el respeto. Es en el diálogo donde podemos lograr conciliar diferencias y sumar convergencias.
Ante situaciones donde no hay manera de construir… no nos convirtamos en parte del problema al intentar resolverlo. Hay que esforzarse en encontrar la mejor solución… no la que nos dictan la ira, la frustración o la rabia.
El consabido contar hasta cien… o mil… es un buen consejo. Démonos tiempo para que pase el subidón visceral y nuestro raciocinio vuelva a tener el control.