Podemos ser los más ricos, los más poderosos, ser la envidia de propios y extraños… y sentirnos solos. O ser unos parias, unos olvidados de la sociedad y sentirnos en paz.

No podemos comprar la felicidad fruto de la serenidad, de la paz de espíritu… y lo lamentamos, en soledad, todos los días de nuestra vida.

Nada importa más que este bienestar interno.

En nuestro aprendizaje hemos actuado muchas veces, fruto de la ignorancia de entonces, con: egoísmo, rabia, prepotencia, mezquindad, orgullo, soberbia… no sirve de nada lamentarnos y despreciarnos… o negárnoslo.

Solo nos sirve aceptarlo, superarnos y alegrarnos de haber comprendido lo destructivo de nuestro comportamiento.

Si lo logramos, intentaremos enmendar lo que podamos, por convicción y por el pesar del dolor provocado.

No hay castigos en la escuela de la vida, no se fuerza a nada, todo ha de ser comprendido y asumido.

El dolor, la soledad en la que estamos inmersos es nuestra guía… antes o después… no importan las vidas que empleemos en comprender, avanzaremos en nuestro camino.

Aprender es duro… y gratificante cada logro. Persistir en conductas autodestructivas es duro y doloroso. ¡Solo es cuestión de tiempo lograr avanzar!

Cuanto más elevado el nivel de conciencia alcanzado, mayor exigencia moral en nuestras decisiones. Si ya sabemos dividir, persistir en errar en las sumas nos descalifica.

Si ya sabemos que somos almas viviendo una experiencia material, comportarnos con egoísmo, soberbia, afán de venganza… nos descalifica.

Se nos hace retroceder a las sumas, por el ejemplo… como en el juego de la oca, pero con una nostàlgia… no sabemos bien de que, porque no recordamos que existen las divisiones… pero lo sabemos.

Como en el juego de la oca, podemos avanzar o retroceder en nuestro camino de vida. Un acto de amor nos catapulta hacía delante y su contrario nos catapulta hacia atrás.

Quizás hayamos olvidado lo que es amarnos y amar… pero sentimos una sensación de nostalgia y carencia de no sabemos que, qué es maravillosa y no es lo que ahora tenemos a nuestro alcance.

La soledad es intangible… pero como pesa.

La soledad del alma es su grito de que no estamos actuando de acuerdo a como somos.

La frialdad que la acompaña nos hace incapaces de disfrutar de los placeres terrenales, sabemos que no son más que copias baratas. Nos acallan la mente, pero como una imagen de un bodegón… no nos sacia el hambre.

Amar es el destino, es la culminación de nuestro bienestar.

Solo podemos amar… dar amor, si nos amamos a nosotros mismos. Solo podemos dar lo que poseemos.

Para valorar amarnos y consecuentemente amar… antes hemos de lamentar su carencia… porqué sabemos lo que es amarnos.

Pon tu alma en todo lo que hagas… pero no por ello dejes que se sienta cautiva.

Cuando renuncias conscientemente a tu grandeza ( es imposible pero tu te lo crees) decides convertirte en esclavo.

Es una etapa dura del camino, que se hace necesaria cuando te cuesta recordar. No hay dolores superfluos… sufrimos mientras no comprendemos, todo ocurre en el momento y en la experiencia justos.

Todo a lo que puedes colocarle delante el posesivo mi, es una posesión tuya.

Incluso nuestra alma es una posesión.

En estadios aún más bajos están nuestro cuerpo y mente.

Yo Soy no admite el mi.

Yo Soy solo admite el todo.

YO SOY TODO… y todo no admite excepciones.

No lo recordamos… pero lo sabemos.

Presta mucha atención a tus pensamientos, palabras y acciones.

Todas ellas emiten vibraciones… estas son las que nos catapultan hacia delante o hacia atrás. Ellas son las que manifiestan fehacientemente que lugar exacto hemos de ocupar en el tablero.

La vida no admite trampas.

El juego de la oca es un gran juego.

Cuanto más avanzamos menos soledad sentimos.

Es imposible estar separado de nadie pues todos somos el Todo.

A mayor soledad menor comprensión del YO SOY TODO.

Si ya te pesa demasiado tu soledad, si ya estas cansado de ella, si el desasosiego o la impaciencia te abruman… es un claro indicio de que estas preparado para avanzar alguna casilla.

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