Un campesino regresaba a casa, cuando vio un asno solo en el campo. Se acerco intrigado para intentar averiguar a quien pertenecía aquel animal.
-Soy el asno que vio nacer al Mesías. Vivo desde hace dos mil años para dar este testimonio.–dijo el animal
Asustado, el campesino corrió a la iglesia y se lo contó al párroco. –Imposible, los animales no hablan – dijo éste. El campesino lo asió de las manos y lo llevó adonde se encontraba el animal.
El asno repitió entonces, palabra por palabra, lo que había dicho antes.
-Insisto: los animales no hablan – dijo el religioso.
-¡Pero usted mismo lo ha oído de la boca del asno!le dijo el campesino desesperado
-¡Si serás bruto! ¿Así que vas a creer más en lo que te dice un asno que en lo que dice tu párroco?
No hay peor sordo que el que no quiere oir
Cuantas veces negamos lo evidente, solo porque no cuadra con nuestras creencias.